¿Hasta cuándo tenemos que soportar que tiramos enfermos mentales controlen nuestras vidas por miedo?
Ni el bloqueo a Cuba y Venezuela, y el hambre y sufrimiento que con ellos generó.
Ni la guerra y el asesinato en Irak y la muerte de sus líderes.
Ni la división en el medio oriente y el hambre, dolor que con ellos ha generado; al igual que la división ideológica y menoscabo económico de su propio país e intereses.
Ni la injerencia en otros países y sus embarcaciones como perros merodeadores controlándolo todo.
Ni la persecución a los inmigrantes y la separación de niños indefensos de sus madres ni los castigos infringidos en la cacería de inmigrantes con muros que hasta los huracanes los derribaban para hacer justicia divina.
Ni la muerte de cientos de latinos pobres; muchos indocumentados sin acceso a la salud, usados y explotados como mulas de trabajo para enriquecer el gran imperio, y luego como la población negra mayoritaria, abandonados y con hambre por el Estado norteamericano, muriendo por el Coronavirus; virus menospreciado en su magnitud, descuidando su población del impacto y riesgos de la temible pandemia que hoy 9 de enero de 2020 ha generado grandes estragos con hospitales y economías colapsadas en medio del confinamiento.
Ni la pobreza y el desempleo del gran imperio en tiempos del Coronavirus, nada de esto fue suficiente para que sus pobladores pudieran entender que estaban siendo manejados y su vida controlada por un tirano como Hitler con trastorno mental; se hizo necesario una rebelión, una asonada, una insurrección, una turba invadiendo el Congreso para presionar su decisión, 4 muertos y muchos heridos ante sus gloriosas instituciones demócratas, para entender y cuestionar su cruda realidad.
A veces necesitamos de un duro golpe para reaccionar, especialmente cuando se trata de una economía, de un país que controla el mundo; permitir que esto quede impune pone en jaque, no sólo esta política septentrional sino la mundial; el hambre y el sufrimiento no sabe de formalidades, lo que se les niega, se toma a la fuerza; el pueblo es el que manda cuando el estómago, la incertidumbre y el miedo apremian; cuando el pan y el circo no funcionan como lo afirmaban los emperadores romanos, el pueblo se toma las cosas a la fuerza, así lo sentía nuestro Thomas Hobbes en su tumba cuando se tomaban el Capitolio (capital, atril, callar al que manda y luego subastarlo como juguete, suvenir, objeto de placer, de triunfo, placer subliminar pletórico de carcajadas y burlas, trofeo de la derrota del débil, afianzamiento de su poder y supremacia; simbolismos de una nueva bandera, arrasar con lo que no gusta y estorba, por considerarlo sin valor y oponerse a sus intereses).
Cuando el Coronavirus trae divisiones como la británica, propia de los grandes imperios que cimentaron su poder, extensión y riquezas durante cientos de siglos, explotando y dominado los Estados más débiles; empiezan a morir, uno a uno se desploman los cimientos de sus organizaciones y su estatus quo; otros modelos alternos acompañados de sus correspondientes cambios se harán sentir, porque todo muta permanentemente, y la humanidad se las ingenia para transformarse como sus propios virus para continuar su ciclo de vida, así sea en las más precarias situaciones, el problema es ¿hasta cuándo, y en qué condiciones estaremos en condiciones de soportar gobernantes con trastornos mentales y las situaciones adversas que con su conducta generan?
Por fortuna los estados democráticos tienen una carta magna, ley de leyes como lo expresa el jurista y filósofo clásico austriaco del siglo XX Hans Kelsen, norte en medio de la incertidumbre que sirve para que sus ciudadanos en casos de incertidumbre y crisis acudan a ella para atender sus inquietudes más sentidas y dirimir sus conflictos.
Nada ahora es cierto, la seguridad en época de pandemia pone en vilo sus pobladores e instituciones, nadie sabe a ciencia cierta qué hacer y cómo hacer; lo único cierto es que somos la sociedad de la sospecha Foucauliana y la muerte nos asedia.Como lo afirmaba el alcalde Quintero ni el futuro ni Colombia les pertenece, en términos silvestres o coloquiales, lo único que nos pertenece en tiempos de pandemia, es el miedo, la duda, la incertidumbre y las graves consecuencias que estas acarrean para sus instituciones y la sana convivencia de sus asociados; día a día nos enteramos de conductas salidas de contexto, y es precisamente porque la crisis trae asociada conductas primigenias del estado de naturaleza humano, del salvagismo y violencia que tuvo que ejercer el hominido sobre su propia especie y las que le rodeaban para sobrevivir y construir la cultura e historia que nos da identidad, pero que riñe con nuestra capacidad destructiva con el medio ambiente que nos ha tenido vivios habitando este planeta.
La Casa Banca se volvió casa de teatro, la obra cómica fue la de blancos norteamericanos tratando de recuperar el poder de latinos y negros de los cuales se sienten desplazados.
Su líder hizo su póstuma obra teatral cuando con su discurso beligerante e incitador, convocó la enardecida turba que como horda primitiva hasta con pieles y cuernos; como en la primera guerra de la humanidad para sobrevivir, la guerra del fuego, intentaban recuperar un poder que ya estaba perdido porque todos los sistemas colapsan y la crisis económica, corrupción e injusticias de una minoría blanca llegó a su fin, así son las democracias se corroen por dentro porque juegan a la mitad más uno para excluir prácticamente a la otra mitad, hasta que el excluido utiliza las mismas reglas de juego para acceder a los privilegios de un sistema tambaleante, montándose en su trampolín.
En el guión de la nueva obra de teatro, la Casa Blanca que a partir de ahora será mestizada actuarán como personajes protagónicos negros, pobre y latinos con la guerra declarada del blanco excluido que se niega a aceptar su ocaso; duro es ver el héroe caído, cuando es el mismo el que asiste a su propia derrota.
Ya la Humanidad pudo ver el interior de este excéntrico lugar, repleto de cuadros de sus heroes que asesinaron los indigenas y explotaron el planeta y sus gentes con sus guerras y ansia de poder desmedida, con la actuación del último blanco en vía de extinción por el proceso de hibridación y mestizaje; a partir de ahora cuerpos de negros y latinos interactuarán con los blancos que compartan el botín del poder que maneja el ajedrez mundial, antes que otra potencia se hurte la preciada presea.